
Diversos experimentos han demostrado que la postura corporal puede cambiar el tono emocional interno. Así, una postura encorvada, cerrada sobre sí misma, con piernas y brazos cruzados…, promociona la aparición de pensamientos y recuerdos negativos. Al contrario, una postura abierta, de plenitud, erguida…, facilita procesos mentales positivos. De hecho, es unos de los ejercicios que se hace con deportistas de élite, políticos o artistas minutos antes de salir a escena. Se genera un estado de ánimo de plenitud para que éste les ayude positivamente en la ejecución de su tarea.
Podemos cambiar la fisiología del cerebro a través de nuestro rostro y cuerpo. Adoptar posturas expansivas cambia lo que ocurre en el sistema endocrino y en el cerebro sin que nos demos cuenta.
Pablo Briñol, profesor de psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, realizó un experimento en el que sus participantes, estudiantes, se sentaban o bien con la espalda erguida y sacando pecho, o bien con la espalda encorvada y mirando a las rodillas. Mientras los participantes mantenían estas posturas durante varios minutos se les pidió que se describieran a sí mismos con tres rasgos positivos o tres negativos que les ayudaran o perjudicaran en su futura vida laboral. Al final del estudio, después de relajarse y adoptar de nuevos sus posturas naturales, se le pidió que rellenaran un cuestionario en el que puntuaron su potencial para desempeñar adecuadamente su profesión en el futuro. Los investigadores descubrieron que la forma en que los estudiantes se puntuaban dependía de las posturas que habían adoptado. A los que mantuvieron la espalda erguida les resultó más fácil tener pensamientos positivos y fortalecedores sobre sí mismos, y además, creían con mayor firmeza en los tres rasgos que habían enumerado. En cambio, los de la espalda encorvada no estaban convencidos de sus rasgos positivos ni negativos, e incluso tenían dificultades para identificarlos.
Seguramente mientras estás leyendo esto estás modificando ligeramente tu postura, abriendo más el pecho, irguiendo la espalda. Si lo haces puede que notes cómo de inmediato tu respiración y la expresión de tu cara se relajan. Los investigadores saben que la conducta no verbal se manifiesta a través de muchos medios: expresiones faciales, movimientos oculares y miradas, orientación y postura del cuerpo, gestos con las manos, maneras de andar, signos vocales como el tono y el volumen, etcétera. La conducta no verbal se manifiesta en expresiones faciales, miradas, gestos con las manos, andares, tono de voz…
El primer síntoma físico de estrés es elevar los hombros. Lo hacemos para proteger el cuello, una zona vital y vulnerable. Podemos identificarlo fácilmente en nosotros y en los demás. Con los hombros tensos no sirve respirar, ni hacer mindfulness, ni meditar; porque los músculos hablan químicamente con el cerebro y nos están pidiendo salir corriendo lo más lejos y más deprisa, o luchar a muerte.
Es imposible calmar la mente con el cuerpo activado.
Si estamos sentados, trabajando, con tensión en los hombros, la actitud que lee nuestra mente es la de debilidad. Esta lectura afecta inmediatamente a la química del cerebro que libera cortisol y desata la respuesta de estrés. Tener una postura física de vulnerabilidad exige una respuesta de estrés para defendernos. La buena noticia es que es muy fácil de neutralizar y todos lo podemos hacer discretamente en cualquier situación y en cualquier lugar; simplemente coloca los “Hombros Lejos de las Orejas”.
Prueba ahora! La alerta de estrés se para en seco, y la lectura del cerebro es la de confianza y seguridad. El cuerpo es la herramienta más vanguardista para la regulación del estrés.
“Fabrica una pausa de serenidad”, usa tu cuerpo como el mejor aliado de la mente.
Y que dice la ciencia:
Hay muchos estudios científicos que han comprobado la relación entre la manera de pensar, las emociones y los sentimientos, con la postura corporal y, con ella, el sufrimiento o el bienestar físico. A lo largo de todo el siglo XX se desarrolló lo que se en los últimos años se bautizó como psiconeuroemoción o biodescodificación. Primero se comprobó que las emociones inciden en las respuestas físicas, pero después se vio que esta relación también funciona en la dirección contraria.
Por ejemplo, si fruncimos el ceño activamos la secreción de hormonas del estrés, que a su vez aumentan la presión sanguínea y contribuyen a la ansiedad y la depresión. Pero sonreír reduce esa secreción e incrementa la producción de endorfinas, fortaleciendo el sistema inmunológico. En estos pilares se apoyan gran parte de las técnicas de relajación y meditación, como el mismo yoga. Se sabe que cuando experimentamos una emoción ésta se refleja en la cara, pero también al revés: si uno sonríe, interiormente siente menos el dolor.
Los músculos reflejan sentimientos reprimidos y emociones no expresadas, bloqueando el movimiento fluido del cuerpo.
Se considera que toda mala postura y todo dolor provienen de un acortamiento de los músculos posteriores, desde la parte posterior del cuello hasta la planta de los pies. Es una especie de bucle: si el cuerpo está dolorido hay un desalineamiento que causa una preocupación, y esta preocupación a su vez hace más difícil estar relajado y en calma, con lo cual hay más dolor o éste se enquista… Por eso, unos ejercicios diseñados específicamente para relajar tensión y fortalecer ayudan al cuerpo a reajustarse y a adoptar una postura correcta y sin dolor.
Todos, hasta los más escépticos, disponemos de las tres herramientas para mantener la calma y serenarnos instantáneamente: cuerpo, respiración y mente. Casualidad que sean las tres herramientas principales de la práctica de yoga?
Si quieres aprender a serenarte o ayudar a tu organización a mantener la calma en momentos de estrés, “fabricar una pausa de serenidad” es el método más sencillo y fácil de incorporar en la empresa.
Fundamento científico
- Sonia Lupien, neurocientífica en McGill explica en su web que al cesar la amenaza, se para la respuesta de estrés en seco.
- Nazareth Castellanos, neurocientífica en UCM, explica que el cerebro es el que lee la postura del cuerpo, y no al revés.
- Amy Cuddy, psicóloga en Harvard, explica que podemos modificar el estado emocional simplemente cambiando la postura del cuerpo.
Te propongo enseñarte, particulares o equipos a aprender a fabricar una pausa de serenidad. Con el cuerpo, la respiración y la mente.
Pasos sencillos para neutralizar momentos de estrés en cualquier momento y lugar. Sin entrenamiento previo ni entrenamiento posterior. Se aprende en el momento y se “lleva puesto” para siempre. Con ropa normal, sin esterillas, en cualquier sala. Todos podemos. Con el cuerpo, la respiración y la mente, tres herramientas que tenemos todos de serie, hasta los más escépticos.
Escríbeme y acordamos una sesión.